Alba
Me llamo Alba Marina y soy de Las Palmas de Gran Canaria. Desde antes de nacer en mi casa siempre hubieron gatos y perros, cuando aún la gente creía que eran incompatibles o que “se es de gatos o se es de perros”. Siempre hubo armonía y convivencia entre estas especies en mi casa y siempre tuve buena relación con todos los animales que conocí.
Sentí mi vocación claramente a los 14 años, el servicio a los demás. Hacer que se sintieran cómodos, atendidos y que disfrutaran de un tiempo que habían reservado para ello, me hacían sentir plena. En el contexto de una ciudad turística lo más fácil fue trabajar como camarera, profesión que me encanta. Aprendí mucho de las personas, de la comunicación, de la tolerancia y a mantener mi intención de ser agradable y educada más allá del carácter o trato de los clientes. Un aprendizaje maravilloso.
Sentí que necesitaba un cambio, ya no encajaba del todo la profesión y los horarios con lo que necesitaba y me lancé al vacío sin tener muy claro qué hacer. Así surgió la maravillosa oportunidad de hacer formaciones. Empecé por un pequeño curso de educación canina en la isla y eso me llevó a venir a vivir a Barcelona para estudiar con Turid Rugaas, educadora canina de referencia mundial. Mientras, paseaba perros y cuidaba gatos a domicilio para complementar mis ingresos. Y aquí fue donde conocí a Laura y su maravilloso trabajo. Resoné desde el primer instante con ella y su trabajo, conocerla fue un regalo y una certeza de que nuestros caminos irían cerquita.
Desde que tuve la oportunidad, hice la Formación de Terapeuta Felina Profesional, sabía que iba a aprender cosas, pero nunca imaginé que tantas. Además de desaprender otras tantas que, habiendo convivido con gatos, hecho rescates, cuidado neonatos y más cosas, nunca pensé que estaba haciendo mal. Además de muchos conocimientos sobre los gatos, Laura tiene la virtud de ponerte en la piel del otro, sea animal o persona, profundiza en la empatía y en el no juicio para realmente poder aportar algo positivo y ayudar a las familias y a los gatos.
Entender al gato desde la ecuanimidad, ser consciente de que sin darme cuenta los tratamos como inferiores, o eternos bebés, o menos capaces pensando que siempre sabemos mejor que ellos lo que les conviene, es uno de los mayores aprendizajes y cambios en mi forma de verlos que he obtenido de esta formación, entre otros.
»ALBA
Poblenou, Besós, Vila Olímpica y Glòries.